Publicado en El Deber el viernes 23 de junio de 2023
Mindhunter, dirigida por David Fincher, es una serie de televisión que se estrenó en Netflix en 2017 (tiene dos temporadas) y está basada en el libro Mindhunter: Inside the FBI’s Elite Serial Crime Unit. Ambientada a finales de los setenta, la historia presenta a dos agentes del FBI que trabajan en el desarrollo de perfiles criminales y la investigación de asesinos en serie. Basándose en métodos pioneros, los agentes entrevistan y analizan a criminales encarcelados para comprender su psicología e interpretar sus mentes.
La trama se inspira en casos reales y personajes históricos. Los dos protagonistas entrevistan a conocidos psicópatas y muestran la evolución de la psicología criminal y la formación del Equipo de Ciencias del Comportamiento del FBI. En la vida real, el principal agente se llamaba John Douglas y fue uno de los primeros en aplicar las ciencias conductuales para crear perfiles criminales. Es, además, el autor del libro en el que se basa la serie.
Este legendario agente, durante 25 años, visitó diversas cárceles norteamericanas para recoger largos y escalofriantes testimonios y desarrollar un proceso empírico —de ensayo y error—, hasta construir un sistema que, a lo largo del tiempo, se convirtió en un manual que incluía 28 diferentes variables que identifican a un asesino serial. Esta guía se usa aún para entrenar a los nuevos reclutas de esta unidad.
Estos “cazadores”, con oficinas en el sótano del edificio central del FBI en Quantico, intentan descifrar la mente de los delincuentes ultraviolentos y buscar explicaciones que puedan prevenir el comportamiento de otros tantos —semejantes a ellos—, y hallar pistas que permitan explicar casos irresueltos o en proceso de investigación. Mindhunter, a pesar del clima de suspenso y tragedia que envuelve a las pesquisas, evita mostrar escenas escabrosas provocadas por los asesinos de múltiples víctimas.
Inspirado en la misma lógica, examinando características comunes y patrones de comportamiento —con herramientas de psicología y sociología—, intentaré analizar el perfil de algunos actores de la política boliviana que, como lo han declarado y se puede evidenciar en sus conductas, “le meten nomás”. ¿Qué impulsos y motivaciones se ocultan detrás de sus acciones? ¿Qué factores influyen en su toma de decisiones y en su relación con el poder?
Muchos de estos especímenes son impulsados por una ambición desmedida y un deseo de poder. Esta búsqueda de poder puede estar motivada por una variedad de factores: necesidad de influencia, reconocimiento o incluso el buen deseo de implementar cambios en beneficio de la sociedad. Las más de las veces, las motivaciones son más oscuras: búsqueda de privilegios y enriquecimiento personal.
Algunos de ellos poseen carisma y habilidades de persuasión, encantan a sus “víctimas”. Estas características les permiten ganarse la confianza y el apoyo de los votantes, así como influir en las decisiones y políticas públicas. Su capacidad para comunicarse efectivamente y generar empatía puede ser un factor determinante en sus carreras.
La gran mayoría es capaz de adaptarse rápidamente a situaciones cambiantes y diseñar estrategias para alcanzar sus objetivos. Modifican su modus operandi para evitar ser “capturados”, ajustan discursos para atraer a diferentes audiencias y mantener su base de apoyo. La capacidad de adaptación y estrategia política puede ser crucial para sobrevivir y avanzar en este competitivo mundo.
Establecen vínculos con otros semejantes o personas influyentes, construyen relaciones de poder y redes de influencia. Estas conexiones les ayudan a obtener financiamiento para sus campañas, negociar alianzas y asegurar el respaldo de grupos de interés. En el mejor de los casos, tienen una motivación interna arraigada en una ideología o creencia y están impulsados por convicciones personales y una visión particular del mundo que guía sus acciones y decisiones.
El reconocimiento de rasgos sociopáticos es innegable: falta de empatía, carencia de remordimiento o culpa, irresponsabilidad, impulsividad, manipulación, tendencia a violar los derechos de los demás y desprecio o ignorancia de las normas. Menos mal que este análisis no puede ser generalizado, se basa en una serie de ficción y nunca fui agente del FBI, ¿o no estoy tan lejos de la realidad?