Publicado en El Deber el viernes 17 de septiembre de 2021
Hace algunos meses, el escritor español Jorge Carrión (45) escribió un artículo titulado Siesta creativa. Carrión es un participante activo en las redes sociales; autor de numerosos libros en diversos géneros, uno de ellos —Librerías (2013), finalista del premio Anagrama—; es columnista de La Vanguardia y el New York Times; dirige un Master en Creación Literaria en una universidad barcelonesa; ofrece una serie de talleres virtuales con escritores de renombre (Leila Guerriero, Andrés Neuman, Martín Caparrós, entre otros), en los que he tenido la oportunidad de participar; recientemente, ha incursionado en el mundo del podcast, con una exitosa temporada de su programa Solaris, que es una serie de ensayos sonoros sobre la posmodernidad, escritos y narrados por él mismo.
En el artículo en cuestión, Carrión intenta responder a una pregunta que le hacen con mucha frecuencia: ¿cuál es el secreto de su hiperactividad que le ha permitido llevar a cabo tantos proyectos? Aunque su respuesta más frecuente la relacionaba con su precoz habilidad para escribir a máquina, él se confiesa como un siestero consuetudinario y cree que ahí podría estar la explicación. Después de leer el ensayo sobre el reposo diurno, El don de la siesta. Notas sobre el cuerpo, la casa y el tiempo de Miguel Ángel Hernández, él cree tener la teoría suficiente para concluir que el secreto de la creatividad podría estar en esos minutos de descanso: “en ese cierto equilibrio entre la necesidad de producir, el placer de hacerlo y el derecho a no hacer nada. Entre la información constante y el mundo onírico. Entre tu dimensión obsesiva y tu dimensión feliz (…) dormirte leyendo o pensando o acunado por la digestión (…) ese paréntesis que hace que los días se dupliquen y que la llamada inspiración, si no ha llegado por la mañana (…) tenga una segunda oportunidad para sorprenderte lúcido y trabajando”.
Investigué sobre el tema y encontré algunos datos y hechos sorprendentes. Hay estudios científicos que demuestran que dormir bien favorece la capacidad resolutiva y puede mejorar también la creatividad. Durante la fase REM (Rapid Eye Movement), que es el momento en el que se producen los sueños —aunque no recordemos a todos—, se estimula nuestra capacidad de resolución por la concatenación de ideas, aparentemente inconexas, dentro de un cúmulo surrealista de personas y acciones que afloran en nuestros sueños, que provocan y ejercitan nuestro cerebro.
Dormir es uno de los grandes placeres y es una actividad imprescindible para mantenernos vivos. El organismo recupera fuerzas para poder continuar con su ciclo vital. Parece ser que el dormir bien y las horas necesarias (dicen que alrededor de ocho es lo ideal) no solo favorecen el descanso del cuerpo y la mente, sino también pueden ser determinantes para la creatividad. Mientras dormimos las neuronas se reorganizan y nos permiten ver nuevos patrones y soluciones de situaciones e ideas que, en estado de vigilia, aparecen con obstáculos o como caminos sin salida.
Los expertos recomiendan tener cerca de la cama una libreta o usar el celular para apuntar un ¡eureka! que no querríamos dejar pasar. Es muy conocida la historia contada por Paul McCartney en su biografía oficial: compuso la melodía completa del mayor éxito de los Beatles, Yesterday, en un sueño. Al despertar, corrió a su piano y se grabó para no olvidarla. No sé si las mejores ideas surgen mientras se duerme, pero la próxima vez que usted vaya a echarse una breve siesta, tiene el mejor de los justificativos: advierta a quienes lo rodean que lo dejen dormir tranquilo, porque los suaves ronquidos podrían ser señal de que se está gestando una idea genial.