Una corta visita a Chile me permitió explorar la prensa de Santiago y conocer cómo se informa el público sobre lo que está pasando en la última ronda de alegatos en La Haya. Así como —en alguna ocasión—, se ha criticado poca objetividad de nuestro periodismo, está claro que en el chileno está totalmente ausente este principio. En El Mercurio se puede leer muchas frases interesadas y subjetivas de sus redactores: “Se veía cierta modorra en el equipo boliviano. Se podía ver a varios de sus integrantes distraídos, bostezando o cabeceando. Eso cambió muy rápidamente cuando subió al podio Harold Koh. El discurso del ex decano de Yale, que expuso ante la Corte las implicaciones para la diplomacia y el derecho internacional de la demanda, despertó de inmediato a la contraparte. De pronto, todos lo miraban fijamente, algunos con ojos bien abiertos, sorprendidos por sus argumentos” (textual).
Hace años que he dejado de ver televisión nacional, así que no puedo hacer comparaciones. Sin embargo, sí puedo afirmar que en la televisión todo es más grotesco. Tanto en los programas matutinos, como en los paneles nocturnos de Chile —con historiadores y diplomáticos invitados—, la consigna parecía única y con muy pocas voces disonantes: existe un tratado que dilucida todos los temas que quedaron pendientes después de la guerra; Bolivia tergiversa la historia a su favor; las resoluciones de la OEA no crean obligación alguna de negociar; la postura boliviana convertiría mecánicamente cada fragmento diario del diálogo diplomático en una fuente de obligaciones jurídicas y se multiplicarían los conflictos; existirían supuestas rectificaciones a documentos y declaraciones, presentadas incompletas o amañadas, por los abogados de Bolivia.
Una gran diferencia con relación a los medios locales —por falta de recursos, interés o apoyo oficial— son los enviados especiales. He podido ver equipos de reporteros haciendo frecuentes despachos al vivo. Todo lo que sucede en los pasillos y oficinas de su centro de operaciones en el hotel Hilton es ilustrado con fotografías, entrevistas y percepciones de sus periodistas in situ. Detalles —casi domésticos—, como que dos de sus abogados internacionales salen a correr en los alrededores del hotel, capeando el frío, hacen que el gran público acompañe de cerca la defensa del equipo chileno.
Las repetidas citas y elogios al presidente Morales —de parte del coagente boliviano, Llorenti—, llamaron la atención y causaron sorpresa a la prensa mapochina. En 10 minutos de intervención mencionó en 5 ocasiones al presidente. “Utilizó el estrado para referirse al proceso de cambio que se realiza en Bolivia”, destacó La Tercera. Se percibió que el cierre del alegato tuvo una clara intención de destacar la figura de Morales, y pareció estar más destinado a la contingencia interna. El Mercurio especuló —incluso—, que el agente Rodríguez no habría querido leer el discurso, emitido finalmente por el coagente.
Para el periodismo de este lado de la cordillera, la argumentación boliviana tiene un fuerte componente emocional. Morales habría “instrumentalizado la relación bilateral como herramienta de política interna buscando su reelección indefinida”. Lo señalan como “el principal obstáculo para tener una relación constructiva, y que su proyecto personal, estaría hipotecando la relación entre los dos países”.
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Publicado por alfonsocortezuzeda
Soy un habitante del tercer planeta del Sistema Solar, frecuento y fantaseo en una delirante Sucupira, pero duermo en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Crecí en un “barrio” en el que todos los días mis vecinos, con diferentes acentos, llegaban con maletas, estaban unos días, y luego se mudaban. Soy ingeniero industrial (UAGRM) y comunicador social (NUR), tengo un diplomado en gestión social y cultural (UPSA) y un Postítulo de Escritura Creativa (UPSA).
No sé bien cómo, pero tengo una increíble compañera a mi lado, dos retoños y una nieta que me hace babear más de lo habitual. Me digo emprendedor y gestor de proyectos (algunos me creen). Salgo a caminar y pedalear por las ciudades vacías, donde a veces me pierdo y “medito en movimiento” (eso nadie me cree). Tuve que escribir un libro para que algunos lo entiendan (Crónicas de Fondo, 2015). Los números, la música y las fechas han sido siempre señales en mi travesía. Soy columnista de El Deber (fantaseo que me leen). He publicado una selección de mis columnas en tres libros (Desde mi barbecho, 2018), (Desde mi barbecho II, 2019) y (Desde mi barbecho. Sin barbijo y sin vacuna, 2021), un libro de cuentos (Pasión inútil. Cuentos de fútbol, 2019) y un diario (Diario de pandemia. 1 de marzo de 2020 – 1 de marzo de 2021, 2022).
Tengo amigos de siempre, con los cuales me gusta ponerme al día, alrededor de un buen tinto o un humeante café. Sueño con tener una vida que no sea estéril, ser útil y dejar poso. Sigo disfrutando de una mirada, una conversación, un gesto, una llamada, un roce…y de honrar la vida que me ha dado tanto.
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Muy acertado
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