Publicado en El Deber el 22 de septiembre de 2017
A invitación de Cacho Rivero, director de Opinión de EL DEBER, el 23 septiembre de 2016 retomé mi vieja columna de opinión Desde mi barbecho que nació a principios de los 90, cobijada en la revista Reflejos de la semana. En esa época, usaba el seudónimo de Pica-Pica, como la planta nativa que al contacto con la piel humana produce urticaria. A la distancia, puedo revelar que algunos de esos artículos provocaron picazón, sacaron roncha, y otro, nos trajo una demanda judicial, además de muchos escozores. «Gajes del oficio», dirían las firmas notables que en esa época publicaban bajo la batuta de Laura Zanini, que había tomado la posta de Fernando Prado Salmón en la dirección de la revista. Para mí, fueron tiempos muy entretenidos y de mucha reflexión, investigación y aprendizaje. Había que seguir el paso de articulistas de la talla de Fernando Prado, Reymi Ferreira, Maggy Talavera, Elenir Centenaro, Gary Prado, Álvaro Puente, Oscar Barbery, Carlos Hugo Molina, Humberto Vacaflor, Rúber Carvalho, Susana Seleme, Ovidio Roca, Sergio Antelo, Alain Muñoz, Álvaro Durán, Julio Cesar Caballero, Dunia Sandoval, José Mirtenbaum, Gary Prado Salmón, Andrés Canedo, José Antonio Prado, Juan Ignacio Pita, Gabriela Ichaso, entre otros.
En esta nueva etapa, esto es lo que ha venido ocurriendo los últimos 52 viernes pasados: a la edición impresa del periódico, que tiene sus propios y tradicionales lectores, le he venido sumando otros espacios de difusión. A primera hora, saco una foto de la columna, copio el link de la edición digital, y junto a un breve comentario, hago que circule entre mis contactos del WhatsApp. Luego, reproduzco eso mismo en el muro del Facebook. Al llegar a la oficina, subo la columna a mi blog, como un repositorio de publicaciones.
Hoy, se cumple un año de escribir de manera continua, con voz pública, y con nombre y apellido. Como es difícil autoevaluarse, pedí, a través de las redes sociales, una retroalimentación sobre los contenidos, el estilo y el aporte de la columna. He tomado apuntes de todo lo recibido y me siento fortalecido para continuar.
Del casi centenar de respuestas, el 60% afirma que lee el texto desde la foto recibida por WhatsApp, y si el tema le parece interesante, lo hace circular entre sus grupos. El porcentaje restante se distribuye en los otros medios de difusión (página web, Facebook, blog). Este ejercicio de evaluación pública me ha permitido confirmar algo que intuía: los soportes de lectura del siglo XXI son digitales, interactivos, instantáneos, gratuitos, y si caben en la palma de la mano, mejor.